martes, 5 de abril de 2011

LA NOVELA ESPAÑOLA. LOS AÑOS 80



Se produce una vuelta a la novela de corte realista tradicional, aunque no al realismo crítico. Frente al compromiso so­cial, el relato vuelve la vista a la intimidad; frente al expe­rimentalismo, se renuncia a la os­tentación formal. Es la vuelta a la novela que cuenta cosas: novela de anécdota fantás­tica, histórica, de intriga, no­vela reportaje… Novelas que escogen un pedazo de mundo que cono­cen mejor (la casa, el jardín, el barrio, un bar cercano,...). De estos escenarios tan poco grandiosos nos llega un mensaje que fluctúa entre la desolación y la esperanza. Se da importancia al enredo y a las aventuras, pero casi siempre interviene de manera significativa la anécdota sentimental. Son reconocibles los elementos folletinescos de las escenas de los bajos fondos: el cabaret y las tabernas, el hampa, los círculos de conspiradores, etc., pero también los círculos de amigos, las peripecias familiares, las nuevas formas de vida, de relaciones… con esa convivencia de lo mísero y lo noble, de toques sociales y de truculencias. Se suele dar una combinación de peripecias individuales y de acontecimientos colectivos, apareciendo a menudo ciertos ribetes de novela histórica. Pero por debajo de los sucesos se percibe una reflexión sobre el lugar y las actitudes del hombre en el mundo que le rodea. Abundan los temas policíacos, la literatura negra, la intriga, la ciencia-ficción, como parte de esa vuelta a formas tradicionales del relato, al género. En general, la novela se conforma con obras que pueden ser una mezcla entre la ficción, la autobiografía, la crónica periodística, el ensayo…

     En el aspecto estilístico, tanto en retratos como en descripciones, se pueden encontrar muestras de una técnica realista tradicional, junto a tratamientos irónicos, poéticos e incluso documentales. El diálogo abunda en la novela.  Sin dejar de lado el tratamiento,  el asunto toma relevancia absoluta. El autor reivindica el «placer de contar» y nos restituye el placer de leer una historia; es decir, resucita la función narrativa, relegada por quienes propugnaban la destrucción de la anécdota en la novela. Estos autores no pretenden, en general,explicar el mundo, sino sólo contar experiencias li­mitadas.  Las peripecias individuales se hallan tan entretejidas con el acontecer colectivo, que éste es mucho más que un puro marco o fondo del relato. Muchos hechos aparecen iluminados desde diversos enfoques. Por ello, puede hablarse, con toda propiedad, de perspectivismo. Por otra parte, los materiales de tipo documental introducen otros puntos de vista.

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